Teorías y modelos explicativos del juego patológico

Las distintas escuelas que se han ocupado del estudio del juego patológico han ofrecido teorías explicativas de él, según su propia orientación. Los psicoanalistas fueron los primeros en intentar explicar el origen de la ludopatía. Entre las últimas aportaciones desde esta perspectiva (Rosenthal, 1986) , se ha señalado que el narcisismo era uno de los rasgos de la personalidad más destacados en los ludópatas. Cabe mencionar que las teorías psicoanalíticas no han aportado datos convincentes que puedan explicar el desarrollo y mantenimiento del juego patológico.  Los autores conductistas han intentado explicar el desarrollo de este trastorno como una conducta aprendida, resultado de un proceso de refuerzo. Para algunos autores, el elemento reforzador es el incentivo económico, al menos en las etapas iniciales , en este sentido, la ganancia que tiene lugar en los juegos de azar se ajusta a estos criterios. Otros autores
han señalado que el verdadero elemento reforzante en el juego patológico no es externo (el incentivo económico), sino interno, y estaría constituido por el estado de excitación que el juego es capaz de provocar en el sistema nervioso central, de forma que una vez experimentado llevaría al jugador a buscarlo de nuevo a pesar del deterioro social y personal en el que se acaba involucrando (Brown, 1986).

Para Blaszczynsky, Wilson y McConaghy (1986), lo esencial para explicar el mantenimiento del juego patológico es la puesta en marcha del llamado «mecanismo de ejecución conductual», según el cual una vez que una conducta se ha convertido en habitual, cualquier estímulo relacionado con la realización de dicha conducta, ya sea interno (pensar en jugar) o externo (entrar en los bares donde habitualmente se juega, escuchar el ruido de las monedas saliendo de la máquina, etc.), provoca en el individuo la necesidad de llevar a cabo dicha acción, de forma que si ésta no se completa se provoca un intenso malestar subjetivo. De esta forma, la evitación de estados fisiológicos negativos es lo que llevaría al jugador a involucrarse en las actividades de juego, a pesar de sus consecuencias negativas.

El papel que las distorsiones cognitivas tienen en el desarrollo y mantenimiento del juego patológico se ha señalado como fundamental por numerosos autores.  El juego fomenta la «ilusión de control» por parte del sujeto y la percepción de sí mismo como elemento capaz de intervenir en sus resultados, a la vez que se van desarrollando una serie de pensamientos irracionales relacionados con el juego. A este proceso contribuyen además otros aspectos, entre los que puede citarse la presunta participación en el funcionamiento de las máquinas  tragamonedas del sujeto a través de unos botones que tiene que pulsar y le hacen creer de manera errónea en que su habilidad en el manejo de esta actividad interviene en su capacidad para obtener un premio (Ibáñez y Saiz, 2001) . Cuando más se implica un jugador en un determinado juego, más pensamientos irracionales se suscitan en relación con él. Los jugadores regulares tienen más pensamientos irracionales que los jugadores ocasionales, al margen del tipo de juego, y esto les lleva a asumir más conductas de riesgo (Gabury y Ladoceur, 1989).

Cuando el jugador gana, se refuerzan sus creencias sobre la posibilidad de seguir ganando. Cuando pierde, sobre todo en las primeras apuestas, el jugador ha aprendido que a veces se pierde y tiende a pensar que se encuentra en esa situación, pero que «la racha» va a cambiar. Otro pensamiento irracional o distorsionado en los jugadores patológicos se refiere a la evaluación sesgada de los resultados del juego, que contribuye a potenciar los pensamientos irracionales, ya que tienden a recordar las ganancias de forma selectiva y a sobrevalorarlas, mientras que infravaloran las pérdidas y las olvidan o les dan alguna explicación (Ladoucer, Mayrand y Touriny, 1987) . Es probable que este tipo de distorsión cognitiva explique en algunos casos la historia de «ganancias iniciales» que muchos ludópatas refieren en la etapa previa al desarrollo del trastorno. Las teorías explicativas que integran las aportaciones de los modelos conductuales y cognitivos son en la actualidad las que desde el punto de vista psicológico presentan un mayor crédito en la explicación de la aparición y mantenimiento del juego patológico (Sharpe y Tarrier, 1993)

Desde que la ludopatía empezó a reconocerse como un trastorno patológico, se empezaron a desarrollar diversas líneas de investigación neurobiológica en un intento de conocer sus mecanismos etiopatogénicos, destacando la investigación para esclarecer las bases neuroquímicas del trastorno. Diversas líneas de investigación vienen desarrollándose en este sentido (Ibáñez y Saiz, 2001) : una línea de investigación desarrollada a partir de las afinidades nosológicas del juego con otros trastornos en el control de los impulsos, que suponen la implicación de mecanismos serotonenérgicos; las teorías que señalan como fundamentales el arousal (nivel de activación) y el rasgo temperamental «búsqueda de sensaciones», que sustentan la hipótesis de una alteración del sistema noradrenérgico; las hipótesis que hacen hincapié en la relación de la ludopatía con los trastornos adictivos, y que señalan la implicación de las vías dopaminérgicas; otras hipótesis con implicaciones etiopatogénicas como la que considera la ludopatía como un trastorno del estado de ánimo, o la que la incluye en el espectro obsesivo-compulsivo.  Además, se está asistiendo en los últimos años al desarrollo de otra línea de estudio, la genética, que intenta esclarecer el posible papel que algunos factores genéticos pueden tener como predisponentes en el desarrollo del juego patológico.

Referencias:

Blaszczynsky, A., Wilson, A. & McConaghy, N. (1986). Sensation seeking and pathological gambling. British Journal of Addiction, 81, 113-120.
Brown, R. (1986). Arousal and sensation seeking components in the general explanation of gambling and gambling addictions. International Journal of Addiction, 21, 101-116.
Gabury, A. & Ladoceur, R. (1989). Erroneus perceptions and gambling. Journal of Social Behavior Personality,4, 411-420. 
Ibáñez, A. y Saiz, J. (2001). La ludopatía: una "nueva" enfermedad. Masson: Barcelona.
Ladoucer, R., Mayrand, M. & Touriny, Y. (1987). Risk taking behavior in gamblers and non-gamblers during prolonged exposure. Journal of Gambling Behavior, 3, 115-122.
Rosenthal, R. (1986). The pathological gambler's system for sel-deception. Journal of Gambling Behavior, 2,108-120.
Sharpe, L. & Tarrier, N. (1993). Towards a cognitive-behavioural theory of problem gambling. British Journal of Psychiatry, 163, 407-412.
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